miércoles, 23 de diciembre de 2009

La insatisfacción física: Resultado de la perdida de sentido



Resulta pertinente analizar hoy, que estamos tan cerca de la celebracion de la navidad, la desvaloración a la que se ha visto sometido el cuerpo, como elemento concreto, elemento conceptual y palabra.
Hoy por hoy existe una exageración de lo que podría entenderse como el efecto “asiento”: ¿Que es un asiento si no en donde uno reposa, descansa y abandona el cuerpo, entregándose a un cierto placer de quietud? Esta quietud tiene que ver con entregar, en un determinado lapso de tiempo, el peso a este elemento (asiento) que nos soporta. Esta acción de “sentarse”, en si misma, es positiva pues le entrega al cuerpo la oportunidad de descansar. El problema radica en la perversión de esta acción, que al existir de manera extremada, provoca un abuso, en la medida en que el cuerpo comienza a estar mas tiempo descansando que en actividad.
El hecho de permanecer más tiempo descansado, nos habla de un patrón de conducta mórbido, aletargado, cómodo y pobre en recursos. Esta forma muestra la actitud del cuerpo en la contemporaneidad. Un cuerpo que es maleable a los puntales de esta civilización, representados por la informática, el mass media, la nanotecnología, la comida rápida, las tarjetas de crédito, etc. Este cuerpo no posee la capacidad de sobre vivencia, pues es un cuerpo mimado, chato en posibilidades. Que dejándose seducir por la facilidad aparente de esta forma de vida, va perdiendo paulatinamente sus capacidades naturales como; la flexibilidad, la resistencia, la fuerza, la correcta hidratación, la inteligencia, etc.
Un cuerpo como este, es dependiente de elementos externos que le ayudan a “vivir”, como la maquina trotadora, la computadora, el celular, la televisión, la tarjeta de crédito, entre otros.
En la actualidad, la gran mayoría de las personas tienen este modelo de vida, entienden su cuerpo como una prisión no escogida que durante la vida se tiene la oportunidad de moldear, todo visto desde afuera, en donde la imagen ocupa un valor preponderante en cuanto a las emociones y percepciones del sujeto que se encuentra preso a su cuerpo.
Existe esta dicotomía persona-cuerpo, en donde se libra una lucha que generalmente dura toda la vida, por ver quien se impone a quien. Generalmente es el cuerpo quien vence; Pues en nuestra sociedad actual, la imagen que se proyecta del cuerpo y la opinión que esta genera en los otros iguales, es mas importante y trascendente que el como sea y se comporte el sujeto que vive dentro del cuerpo, o escondido detrás de su cuerpo. (Entendiendo como sujeto a un alguien con inteligencia, con valores morales y éticos y una determinada conducta que depende de lo anterior). Como la apariencia del cuerpo es de vital importancia, se descuida todo lo demás que encierra un cuerpo, pues un cuerpo es un organismo en donde las partes convergen con un objetivo común. Funcionar. Esto quiere decir que esa dualidad existente en la mayoría de las personas, que habla de un cuerpo separado del sujeto, es un estado errado, pues para que una persona sea plena, debe sentir el equilibrio entre el estado interno y el externo. Un nivel de gravidez que produzca la salud del cuerpo. Que pasa esencialmente por la salud de la mente.

Como existe este mal entendido del cuerpo y por ende una depravación de la imagen de este, se crea una necesidad de alterar el orden natural de la vida, netamente en cuanto a la apariencia física. El humano trata en lo posible de huir de su destino físico, la vejez.
Entre tanto que pueda va a recurrir a medios que la civilización le entregue, para alterar su carrera orgánica y cambiar su apariencia. No solo por el mero hecho de lucir mas joven, sino porque se entiende que la apariencia de un “viejo” habla de un cuerpo gastado, en desuso, no apto para relacionarse ni valerse por si mismo, un cuerpo desarraigado y sin objetivos. La vejez entonces viene a ser ese destino evitable, porque en los otros existe y se entiende esta convención: El envejecimiento es la edad de la soledad y el estorbo.

La vejez es solo un ejemplo de la importancia de la imagen del cuerpo en nuestra época, y de cómo esa imagen cobra vida en la opinión de otro. Es la convención que le damos a la Imagen del cuerpo el problema, pues gracias a esta forma de comprender el cuerpo nace la presión por mejorarlo y por ende la disconformidad venidera. Pues a pesar de buscar por todos los medios evitar la muerte física, esta viene imprevista e inevitablemente.
La pregunta es si tanto afán por controlar el paso del tiempo por nosotros y la imagen que vamos entregando a medida que ese tiempo nos invade, hace que realmente podamos estar siquiera cerca de una plenitud. O si en cambio, cediéramos un poco en este ámbito y reforzáramos los lazos de solidaridad independientes de la etnia o el color de nuestra piel, creencia o ideal. Talvez de este modo podríamos sin buscarlo tan evidentemente, encontrar la plenitud física, pero esta vez, desde dentro hacia fuera.



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